El 18 de enero de 2020
3 años sin justicia para Fernando: los momentos más destacados del juicio a los rugbiers y qué puede pasar
Los perfiles de Máximo Thomsen, los Pertossi y todos los implicados del caso del joven asesinado a golpes en Villa Gesell. Uno por uno quiénes son los rugbiers y de qué se los acusa.
Este miércoles 18 de enero se cumplen tres años del crimen de Fernando Báez Sosa, el joven de 18 años asesinado tras una brutal paliza a la salida del boliche Le Brique, en Villa Gesell por parte de un grupo de rugbiers.
Desde el último 2 de enero se realiza el juicio oral y público en los Tribunales de Dolores que determinará las responsabilidades de los 8 imputados, todos oriundos de Zárate, acusados por el delito de «homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas».
Se prevé que el juicio finalice el 31 de enero, aunque existe la posibilidad de que supere ese límite por la cantidad de testigos citados, que alcanzan las 130 personas.
Qué hicieron los rugbiers y Fernando en las horas previas al crimen
Máximo Thomsen, uno de los acusados más comprometidos, reveló ante el tribunal que el 18 de enero de 2020, antes de cruzarse con Fernando en el boliche, había estado con su grupo de amigos tomando alcohol desde temprano. También que antes de ingresar a Le Brique estaban «medio mamados».
Fernando había llegado a Villa Gesell el jueves 16 y tenía planificado pasar una semana de vacaciones con sus amigos y su novia Julieta, con quien cumplía 10 meses de relación el domingo 19. La noche del viernes 17 fueron a bailar a Le Brique, el boliche de la Avenida 3, en el centro de Villa Gesell.
“Cerca de la barra había tres sujetos algo alterados. Yo me distraigo y de repente ligo tres trompadas de uno de los sujetos«, contó Tomás D’alessandro, uno de los amigos de Fernando que declaró en el juicio. Y reconoció al «sujeto» como Luciano Pertossi, que le dijo que “el problema es con tu amigo”, aunque no supo precisar a quién se refería.
Por su parte, Julián García, otro amigo de Báez Sosa, aseguró que a él también le pegaron un cachetazo dentro del boliche. “Fernando me dijo que alguien le había tocado la cara a Julián y él quiso separar”, dijo por su parte Lucas Begide, otro amigo, sobre el hecho que provocó que los patovicas retiraran del lugar a su amigo y a los rugbiers.
Según declararon los amigos de la víctima, cuando salieron del boliche se olvidaron del incidente. Incluso, remarcaron que Fernando compró un helado en un local que estaba frente a Le Brique, y que al reunirse con él, charlaban en un clima “distendido”. «Nunca lo esperamos, estábamos hablando ahí tranquilos, nunca imaginamos que de repente nos iban a atacar«, señaló otro.
Cómo fue el ataque a Fernando Báez Sosa
El crimen ocurrió entre las 4.41 y las 5, momentos después de que fueron expulsados del lugar por los empleados de seguridad de Le Brique. Una vez afuera, Fernando y sus amigos cruzaron y se quedaron conversando en la vereda de enfrente, cuando fue abordado por atrás por una patota que lo atacó a golpes y patadas en la cabeza y el cuerpo y lo dejó inconsciente.
«No hubo presencia policial durante el ataque. La Policía apareció una vez que terminó«, aseveró Lucas Filardi, amigo de Fernando. En uno de los videos exhibidos en la audiencia se pudo ver desde una cámara de seguridad como, segundos antes del ataque, tres policías se alejan de la zona, en apariencia para acudir a otro episodio. La querella cree que el grupo de rugbiers esperó a que los agentes se fueran para perpetrar el ataque.
Si bien fue asistido en el lugar y una turista le hizo maniobras de RCP, Fernando murió en el Hospital Arturo Illia. La autopsia determinó la causa de muerte como «un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a traumatismo de cráneo». El ataque quedó registrado en las cámaras de seguridad de la zona, videos y fotos de testigos.
Qué hicieron los rugbiers después de la golpiza
Tras la golpiza y el aviso de los amigos de Fernando a la comisaría de Villa Gesell, los agresores se dividieron en dos grupos para escaparse en direcciones diferentes: algunos se fueron a la casa que alquilaban y otros a un sector donde había un supermercado.
En un grupo de WhatsApp repasaban lo ocurrido. «Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó«, advertía Lucas Pertossi. «Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie«, dijo su primo, Ciro.
Más tarde, algunos se encontraron en un McDonald’s para desayunar, con la ropa cambiada. Volvieron a la casa y se reencontraron los 10 integrantes del grupo. A las 10.30 de la mañana del sábado llegó la Policía y los detuvo.
Cuándo y cómo ocurrieron las detenciones de los rugbiers
«Salgamos», les decía Ciro Pertossi, después de que Blas Cinalli avisara por WhatsApp a sus amigos que afuera de la casa «está la poli».
Los efectivos llegaron cinco horas después de la golpiza a Fernando e ingresaron a la vivienda. Allí se encontraban los diez rugbiers: Máximo Thomsen, Lucas, Ciro y Luciano Pertossi; Ayrton Viollaz, Alejo Milanesi, Juan Pedro Guarino, Matías Benicelli, Blas Cinalli, y Enzo Comelli.
“En el allanamiento, la Policía Científica les pregunta de quién era una zapatilla y uno de ellos manifiesta que es de Pablo Ventura”, explicó Mariano Orlando Vivas, agente de la Comisaría N°1 de Villa Gesell, que ese día intervino en la detención de los jóvenes. Reconoció que se trataba de Thomsen. La zapatilla, de la marca Cyclone, tenía rastros de sangre y, en la suela, un diseño de «zigzag», que según constató la Policía Federal, se asemeja con los rastros que quedaron en el rostro de Fernando Báez Sosa.
En tanto, Pablo Alberto Rodríguez Romeo, testigo de la defensa y perito informático que realizó informes técnicos sobre evidencia digital, cuestionó durante el juicio el secuestro de pruebas. «Se visualizan mensajes eliminados posterior al allanamiento«, aseguró, aunque no aclaró de qué teléfonos.
Qué ocurrió con Pablo Ventura
El joven remero, también oriundo de Zárate, quedó implicado en el caso durante los primeros días tras ser señalado por Thomsen como partícipe del ataque. De acuerdo al acta del allanamiento, «Pablo Ventura se habría retirado en un vehículo”, por lo que se había ordenado «la búsqueda y posterior aprehensión del sindicado”.
El joven y su familia aseguraron que la noche del crimen no estaba en Villa Gesell, sino cenando con sus padres en Zárate. La policía lo detuvo en esa ciudad y lo trasladó a la ciudad costera. Luego de que los videos de un restaurante —aportados por su familia— confirmaran que al momento del ataque estaba a varios kilómetros de Gesell, fue liberado y sobreseído.
“Los he visto pelear varias veces en grupo y siempre eran mayoría”, declaró Ventura en el juicio sobre los acusados.
Uno por uno, quiénes son los rugbiers y de qué se los acusa
- Máximo Thomsen, de 23 años, se formó como rugbier en el Arsenal Zárate Rugby y jugaba en el Club Atlético San Isidro desde 2017, pero fue suspendido como socio tras conocerse su detención por el crimen de Fernando. Lo apodan «Machu». Era estudiante en el profesorado de educación física y quería ser kinesiólogo de alto rendimiento. Según las pericias fue quien le dio la patada mortal a Báez Sosa. Un testigo lo señaló como “el sujeto que le propinó patadas en el rostro cuando estaba de rodillas en el piso”, y que además gritó “a este me lo voy a llevar de trofeo”.
- Ciro Pertossi, de 22 años, es uno de los rugbiers a quien la Justicia le atribuye mayor responsabilidad en el crimen, ya que fue reconocido por al menos tres testigos «como el sujeto que le pegó a Fernando cuando ya estaba en el piso, en su cabeza, cara, y pecho». Además fue quien, casi una hora y media después del ataque, escribió en el grupo de WhatsApp: «Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie». Es hermano de Luciano y primo de Lucas, otros dos acusados.
- Lucas Pertossi, de 23 años, es el mayor del grupo. La fiscalía determinó que filmó con su iPhone la secuencia del ataque desde que fueron expulsados del boliche hasta que dejó de grabar para agredir a un amigo de Fernando. Diez minutos después del ataque, envió un audio diciendo: «Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó«. Es primo de Luciano y Ciro.
- Luciano Pertossi, de 21 años, fue reconocido por testigos como uno los agresores de Fernando. En las filmaciones se ve cuando participa de la golpiza a Fernando. Es hermano de Ciro y primo de Lucas.
- Matías Benicelli, de 23 años, fue el que abrió la puerta a la policía cuando se ordenó la aprehensión del grupo en la casa de Villa Gesell. Un testigo lo ubicó como «agresor directo» de Fernando, al menos otro lo situó «agrediendo también a un amigo» y un restante lo identificó como quien le gritaba a Fernando «a ver si volvés a pegar, negro de mierda».
- Enzo Comelli, de 22 años, presentaba un «hematoma sobre el labio inferior» al momento de su detención y, según la fiscalía, «premeditadamente» agredió a Fernando «junto con los restantes imputados, previo repartirse roles para agredir físicamente a la víctima y posteriormente matarla». Asimismo, se estableció que fue quien «le propina en la secuencia fílmica golpes a otros sujetos masculinos que se encuentran en el piso y luego observa de cerca la golpiza que recibe la víctima».
- Blas Cinalli, de 21 años, fue a quien se le atribuyó una «participación criminal esencial en la comisión del hecho» a raíz de «sendos elementos probatorios», y se lo calificó como un «agresor directo de Fernando». En el requerimiento para la elevación a juicio se constató que «golpea a unos sujetos que se encuentran en el piso«.
- Ayrton Viollaz, de 23 años, es el único del grupo que no tenía teléfono celular y la fiscalía entendió que «todas la probanzas valoradas» lo «ubican claramente junto a Fernando pudiendo quizás tratarse de un agresor directo». «Se lo observa cerca de todo lo sucedido«, indicó el informe final de la fiscal.
Los rugbiers eximidos de la causa: quiénes son y por qué no los acusaron
Por otra parte, los jóvenes Alejo Milanesi, de 21 años, y Juan Pedro Guarino, de 22, fueron sobreseídos en la causa que investiga el homicidio a Fernando. Los dos forman parte del grupo de amigos de los ocho rugbiers acusados y fueron detenidos junto a ellos en la mañana del 18 de enero de 2020. No obstante, ambos recuperaron la libertad por falta de mérito.
La fiscalía indicó que las pericias policiales arrojaron resultados negativos de la participación de esos dos en la golpiza. En tanto, los registros fílmicos de las cámaras de seguridad del Municipio y el propio boliche de Villa Gesell mostraron que Milanesi y Guarino no estaban en el lugar directo de la agresión, sino a unos 50 metros del lugar del hecho, en la zona de Avenida 3 y Buenos Aires.
Quién es el «rugbier 11»
Tomás Collazo es amigo de los ocho rubgiers acusados por el crimen de Fernando Sosa. El abogado que representa a la familia de la víctima, Fernando Burlando, lo señaló como «el sospechoso número 11», pero nunca fue parte de la causa. Al momento del crimen, era menor de edad, tenía 17 años.
Según las filmaciones incorporados a la causa, Collazo aparece en varios momentos de la noche en que Fernando fue asesinado, aunque nunca se comprobó que haya sido parte de la agresión.
Collazo participaba de salidas nocturnas con el grupo de rugbiers, pero no estaba alojado con ellos en la casa que habían alquilado para pasar las vacaciones. Si bien estuvo en el boliche en la noche del asesinato, salió de Le Brique minutos más tarde y se reunió con sus compañeros. El grupo se dirigió hacia la casa y se tomaron una foto, antes de que Máximo Thomsen y Lucas Pertossi se fueran a desayunar a la sucursal de McDonald’s.
Por qué el juicio comenzó en 2023
El juicio comenzó el pasado 2 de enero, casi tres años después del crimen. Fernando Burlando, abogado de los padres de la víctima, sostuvo que «son tiempos normales», teniendo en cuenta que son «muchos detenidos», además de otras cuestiones como el trámite del expediente y la investigación penal preparatoria.
Los 4 momentos más importantes del jucio
1. El testimonio de Pablo Ventura
En la primera semana de audiencias, Pablo Ventura, que había sido señalado por Máximo Thomsen ante la policía de haber perpetuado una patada a Fernando Báez Sosa con una zapatilla Cyclone, dio su versión de los hechos. «Estaba en mi casa y viene la Policía a llevarme. Me llevan a Campana y después a Gesell, y recién ahí me entero de que alguien me había nombrado y se me estaba inculpando por el asesinato de un chico«, contó.
«Me parece cualquier cosa lo que hicieron», aunque precisó que no le sorprendió lo sucedido ya que conoce el accionar del grupo por otros hechos ocurridos en su ciudad. «Los he visto pelear varias veces en grupo«, señaló al inicio de su testimonio. El fiscal Juan Manuel Dávila le pidió precisiones y Ventura respondió: «Siempre eran mayoría»
2. El primer imputado que habló en el juicio
«Quiero aclarar algo», manifestó Luciano Pertossi durante una audiencia protagonizada por el análisis de videos del momento del ataque. «Estaban diciendo que venía de ese lado y me identificaron como una de esas personas, pero yo no estaba ahí”, aseguró el joven de 21 años.
El fiscal Gustavo García le preguntó dónde se encontraba en el momento de la agresión. «No le voy a contestar eso«, respondió el acusado, y así con cada una de las preguntas de la Fiscalía y la querella, que pidió dejar constancia de que Pertossi «se niega a responder preguntas de la parte acusadora».
3. El rugbier que se quebró de la angustia
En diálogo con la prensa tras su declaración, Juan Pedro Guarino, uno de los dos jóvenes sobreseídos durante la etapa de investigación por el crimen de Fernando Báez Sosa, dijo que quería que los imputados se hicieran «cargo de lo que hicieron”.
“Esto es muy doloroso para mí y también para la familia de Fernando. Yo lo único que quiero es justicia por él, y que la familia, con lo que yo pude ayudar hoy, pueda encontrar un poco más de paz”, expresó entre lágrimas. “Quiero que ellos se hagan cargo de lo que hicieron. Para mí, la verdadera justicia es que Fernando vuelva. Pero, gracias a ellos, eso no va a ser posible”, agregó.
4. La palabra de Thomsen, el más complicado
Mientras la madre de Máximo Thomsen declaraba como testigo por la defensa de los imputados, su hijo pidió permiso para interrumpirla. «Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida se me hubiese ocurrido tener intenciones de matar a alguien«, dijo.
«Escuché varias cosas sobre mí varios años. No me reconocía porque generaban tanto odio hacia mi persona. Yo jamás en la vida tendría esa intención”, manifestó Thomsen, que además afirmó que le «dolía» haber estado esa noche en el boliche.
Fuente Pagina 12