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¡Pibes campeones!

La Selección Sub 17 se coronó en el Sudamericano a pesar de haber perdido 4-1 en esta última fecha del hexagonal frente a Ecuador. Inmenso lo que consiguió este equipo que, conducido por Pablo Aimar, se consagró en una categoría que no campeonaba desde hace seis años.

Se puede. Estos chicos demostraron que nuestras tierras nunca dejaron de ser fértiles. Que somos el granero del mundo y que sólo es cuestión de ponerlas a trabajar. Argentina es un país rico. Con tendencias autodestructivas, es cierto, pero con un potencial enorme. Con un poquito de orden y visión a mediano/largo plazo, las cuentas empiezan a cerrar por todos lados. Donde se tira una semilla termina floreciendo la flor más hermosa. De ahí en más es cuestión de cuidarla. La Selección Sub 17 de Pablo Aimar no es más que una joven e inocente parte de nuestro país.

Cuánto hacía que una selección juvenil no se metía en el corazón del pueblo. En épocas de caos y desorganización, la reconstrucción empezó con esta camada. La materia prima nunca dejó de estar en nuestros pagos. No importa esta impensada goleada en contra, que empañó lo que debió ser una consagración redondita. Estos jugadores no dejan de ser niños, con miedos y ansiedades al verse a minutos de consagrarse. El triunfo es más profundo.

Fue Diego Placente el que le dio forma hace dos años, en el Sudamericano Sub 15, y Pablo Aimar quien terminó de hacer escuela en este equipo. Uno plagado de menores de 17 años que jugaron como adultos durante gran parte del torneo. Que mostraron inteligencia para ocupar posiciones, técnica para defenderse con la pelota y carácter para meterle tres goles a Brasil y seguir con vida en Lima. Son merecidos campeones, entonces. Fueron los mejores jugando a la pelota y nos dieron a todos una tremenda enseñanza. Podemos recuperar los valores. Respetar al rival, competir y divertirse, y, como en un club de barrio, que todos terminen jugando. Hasta el arquero suplente debutó en el partido que fue la consagración.

El Payaso fue un maestro. Como lo era Pekerman. Que este camino sea la regla y no una excepción más allá de los resultados.

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