El actor y director murió a los 89 años
Robert Redford, el hombre que no sabía nadar
La creación del Festival de Sundance, refugio y motor del cine independiente, es uno de los jalones de una carrera en la que supo impactar en la pantalla, trascender la presencia de galán y ampliar sus miras a la producción y dirección para colar mensajes políticos.
La escena es la más famosa de Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) y contiene uno de los diálogos más brillantes de la historia del cine merced a la pluma de William Goldman. Butch Cassidy y su inseparable compinche, Sundance Kid, están rodeados por hombres de la ley. Los bandoleros resisten en un despeñadero. La única opción es tirarse a un río con unos rápidos que meten miedo. Butch no lo duda y urge al kid a que se tiren juntos. El otro se niega, parece que quiere resistir a los tiros, acaso piense que huir es un deshonor. Pero no es eso, y lo dice con rabia, casi con vergüenza: «¡No sé nadar!» Butch estalla en una carcajada, en medio de ese momento límite, y lanza la réplica memorable: «¿Estás loco? ¡La caída probablemente te matará!» Finalmente se salvan y las aventuras seguirán hasta el plano congelado del final, a los tiros en Bolivia.
La escena quizás cifre la carrera del aquel Sundance Kid, Robert Redford, en su inolvidable yunta con Paul Newman. Saltar sin red hacia lo desconocido, asumir riesgos, ir contra lo establecido, marcó en gran media la carrera de más de medio siglo de un actor y director, al que la muerte se lo llevó mientra dormía en su casa de Provo, en el estado de Utah. Tenía 89 años y una de esas marcas de lanzarse al agua sin saber nadar tiene un guiño en forma de homenaje a aquel forajido: el Festival de Sundance, la meca del cine independiente en los Estados Unidos.
Camino a Hollywood
Charles Robert Redford Jr. nació en Santa Bárbara, California, el 18 de agosto de 1936, donde vivió con sus padres y un medio hermano hasta que en 1954 se fue becado a la Universidad de Boulder, en Colorado. Alternó el estudio con un trabajo como restaurador… y con la bebida, cuyos excesos derivaron en el fin de la beca y la vida universitaria.
Instalado en Nueva York, para 1959 estudiaba pintura e ingresó a la escuela de arte dramático. Su carrera actoral tomó impulso en el circuito teatral, donde llamó la atención en Descalzos en el parque de Neil Simon. para entonces ya había tenido papeles pequeños en cine. Su debut en la pantalla grande fue en Tall Story, en 1960, pelícual que también marcó el debut, en su caso protagónico, de un futura co-estrella de Redford: Jane Fonda.
La primera mitad de los 60 vieron a Redford con presencia en la televisión, en series como Ruta 66, La dimensión desconocida y Alfred Hitchcock presenta. La consolidación en Hollywood llegó en 1965 con Intimidades de una adolescente, en la que interpretó a un bisexual. Un año más tarde fue el fugitivo de La jauría humana, película que lo reunió con Fonda, en un elenco encabezado por Marlon Brando. Y actuó en Propiedad condenada, la primera de sus siete colaboraciones a las órdenes de Sidney Pollack.
1967 fue el año de la consagración con la adaptación al cine de Descalzos en el parque. Redford repitió su papel de Broadway, esta vez con Fonda, y la química fue total. Para hacer ese film, rechazó el protagónico de El graduado e integrar el elenco de ¿Quién le teme a Virginia Woolf?
Tras El descenso de la muerte, en la que se codeó con Gene Hackman, Redford arribó a la estética del western crepuscular con Butch Cassidy and the Sundance Kid. Los planetas se alinearon para una dupla magistral con Newman, dirigidos por George Roy Hill, en un éxito de taquilla y crítica que preludiaba al Hollywood revisionista de los década que estaba por comenzar.
Actor, productor, director
Redford pudo jugarse a comiezos de los 70 y aunó taquilla con calidad. En 1972 potagonizó el insperado éxito que resultó Jeremiah Johnson, dirigido por Pollack, y la sorprendente comedia política El candidato, en la que hizo de un aspirante a senador que, jugado a una segura derrota, decide ir en contra del marketing y hablar de manera descarnada. Pensada en el marco de la campaña de 1972, El candidato se estrenó dos semanas después del asalto a las oficinas del Partido Demócrata, en el inicio de un escándalo que el cine retrataría de la mano de Redford.
En 1973 llegó otro doble éxito. De la mano de Pollack, Redford se unió a Barbra Streisand para The Way We Were, que consolidó la carrera de ella a partir de la canción homónima. Y se volvió a juntar con Newman y Hill para superar la altísima vara de Butch Cassidy… con El golpe.
El sorprendente guión de David Ward, un formidable mecanismo de relojería, llevó a la dupla a su máxima expresión y, en especial, revitalizó la carrera de Newman, que alternaba la actuación con apuestas muy personales como director. Redford logró su única nominación al Oscar como mejor actor por su papel como el estafador Johnny Hooker (El golpe se quedó con la estatuilla a mejor película). Se reuniría con Hill para The Great Waldo Pepper en 1975; el director haría dos años después Todo vale con Newman. Después de El golpe no volvió a haber una película conjunta de Newman con Redford y/o con Hill. Newman diría que la razón era que no había guiones que los entusiasmaran.
Entre medio de aquellas películas con Hill en los 70, Redford le puso el rostro a un clásico de la literatura del siglo XX al protagonizar El gran Gatsby. Y Pollack lo convocó, como su actor fetiche, para Tres días del cóndor, una película que en 1975 engarzaba con el clima paranoico post-Watergate. Redford hizo de un agente de inteligencia que es el único sobreviviente de un ataque en el que eliminan a todos los miembros de su célula y de manera solitaria trata de evitar que lo liquiden y descubrir los motivos.
En ese ambiente, Redford decidió jugar como productor y lo hizo a fondo al comprar los derechos de Todos los hombres del presidente, el libro de Carl Bernstein y Bob Woodward que desnudaba la trama del Watergate. Convocó a Goldman, el guionista de Butch Cassidy… para la adaptación (por ambos films Goldman se llevó dos Oscars) y optó por Dustin Hoffman para ser el co-protagonista, además de Jason Robards para el consagratorio papel del editor Ben Bradlee, que le valió el Oscar al mejor actor de reparto (uno de los cuatro que se llevó el film). También eligió al director, Alan Pakula, cuyo film anterior, The Parallax View, también entroncaba con el clima imperante de conspiraciones a la orden del día. El resultado fue la, seguramente, mejor película sobre periodismo que dio Hollywood.
Redford se reunió con Fonda y Pollack para El jinete eléctrico en 1979 antes de dar el paso como director en 1980 con Gente como uno, un drama sobre un matrimonio que ha sufrido la muerte de un hijo y el consecuente intento de suicidio del otro. El debut de Redford detrás de cámara le valió el Oscar al mejor director. Gente como uno se llevó el premio a la mejor película y postergó a Toro salvaje de Martin Scorsese. Ese mismo año, protagonizó el drama carcelario Brubaker.
Sundance y después
Después del Oscar hubo un silencio de cuatro años, dedicados a impulsar el Festival de Sundance en Park City, Utah. Fue en 1980 cuando se creó el Instituto Sundance, que cada año selecciona 200 películas y representa un espaldarazo para la producción independiente. Nombres como los de Quentin Tarantino y Christopher Nolan irrumpieron en la escena a través del impacto que Perros de la calle y Memento tuvieron en el festival, que ha tenido a Redford como su principal referente.
El regreso a la pantalla grande tras el Oscar fue como actor en El mejor en 1984 (película que reafirma la idea que lo mejor de Hollywood en películas de deportes viene por el lado del béisbol), a la que siguió la dupla con Meryl Streep en África mía. Sin embargo, el actor le fue dejando paso al director. The Milagro Beanfield War fue su segunda experiencia, en 1988, a la que siguió Nada es para siempre, en 1992 (que ayudó a cimentar la carrera de Brad Pitt). Mientras, se lo vio en pantalla en Peligrosamente juntos, Havana y Sneakers.
La cumbre del Redford director quizás haya sido la notable Quiz Show, en 1994, por la cual volvió a optar al Oscar. El film recrea un hecho real: la investigación sobre el fraude en un programa televisivo de preguntas y respuestas. En el breve papel de un ejecutivo se vio al mismo Scorsese derrotado por Gente como uno). Tres décadas después de su estreno, resulta inquietante ver cómo una película de los 90 sobre un episodio de 1959 anticipó debates sobre el creciente poder de los conglomerados de medios.
Sin embargo, el Redford de ese momento estuvo ligado a un debate que lo excedió a partir del estreno de Propuesta indecente de Adrian Lyne. Aquella película planteó la cuestión de un mulimillonario que le ofrece un millón de dólares a una pareja con problemas económicos a cambio de acostarse con ella. La imagen de aquel personaje la lavó en 1996 con Algo muy personal, la comedia romántica que protagonizó con Michelle Pfeiffer.
Los últimos años
El reconocimiento a su trayectoria se dio en marzo de 2002, cuando Barbra Streisand le entregó el Oscar a trayectoria. Fueron los años de El señor de los caballos y La leyenda de Bagger Vance como director, que antecedieron a Leones por corderos, su película más explícita en lo político: tres historias conectadas entre sí con eje en la guerra en Afganistán. Y con el interesante tour de force entre la periodista que hace Meryl Streep y el ambicioso e inescrupuloso senador personificado por Tom Cruise. Después vendrían su rol de productor en la multipremiada Diarios de motocicleta de Walter Salles,La conspiradora y Causas y consecuencias, que en 2012 marcó el fin del Redford director. El siglo XXI lo tuvo frente a las cámaras en películas como Juego de espías y Secretos de un secuestro, e incluso actuó en dos entregas de Marvel. El cameo en Avengers: Endgame, en 2019, marcó su última aparición.
Por fuera del cine, Redford fue hombre de manifiesto compromiso político. Apoyó la causa de los pueblos nativos, el colectivo LGBTIQ y, sobre todo, el medio ambiente. Criticó el retiro de su país del Acuerdo de París y por ende fue un crítico acérrimo de Donald Trump y su manejo de la pandemia de coronavirus, al punto de dar su apoyo a Joe Biden en 2020.
En su vida personal fue un hombre reservado. Casado en 1958 con la historiadora Lola Van Wagenen, con quien tuvo cuatro hijos. El primero falleció de muerte súbita cuando tenía dos meses de vida. El tercero fue el documentalista David Redford, que murió de cáncer a los 58 años, en 2020. Tras separarse de su primera esposa, inició una relación con Sibylle Szaggars, con quien se casó en 2009.
La muerte lo encontró dormido casi sesenta años después del momento en el que el personaje con cuyo nombre bautizó un festival señero se arrojó desesperado a un río sin saber nadar. Y pudo llegar a la orilla.
Fuente Pagina 12