9 de julio, Día de la Independencia
El Día de la Independencia se conmemora el 9 de julio con el objetivo de celebrar la Declaración de la Independencia por parte del Congreso reunido en Tucumán en 1816. Ese día, el cónclave integrado por representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declaró la independencia y determinó la ruptura definitiva de la dependencia política a la corona española, culminando así el proceso revolucionario que comenzó el 25 de mayo de 1810.
Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados de diferentes provincias, que tras varios meses, acordaron firmar la proclama que expresaba la voluntad de emancipación y la creación de un gobierno soberano e independiente.
El escrito original originario del Día de la Independencia está desaparecido y lo único que hay de aquella jornada son copias del acta. La que se encuentra en el Archivo General de la Nación, se trata de una copia realizada a fines del mes de julio de 1816, poco después de la firma.
“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”, dice el texto.
“Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama”, añade el documento.
La proclama se concretó en la casa de Francisca Bazán de Laguna, alquilada para la ocasión. Este sitio se declaró monumento nacional en 1941 y se bautizó como La Casa de Tucumán, ícono inevitablemente asociado al Día de la Independencia.
El 6 de julio de 1826, Bernardino Rivadavia, presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ordenó que el 9 de julio se conmemorase junto al 25 de mayo. Sin embargo, el 11 de junio de 1835, el entonces presidente de la Confederación Argentina Juan Manuel de Rosas dispuso mediante un decreto que la celebración del 9 de julio debía hacerse con los mismos preceptos que la del 25 de mayo.
Antecedentes
En 1814, el rey Fernando VII de España había regresado al trono español. Esta situación quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo en el Virreinato del Río de la Plata e instaurado la Primera Junta en 1810 —y los gobiernos que habían sucedido a esta— bajo la premisa de la Máscara de Fernando VII. Ya no podían actuar en nombre del rey de España porque este volvió a estar en el poder efectivo.
El rey quería reconquistar sus dominios en América; los realistas, que eran los partidarios de la monarquía española, habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma, y eran fuertes en el Alto Perú -en la región occidental de la actual Bolivia-. Desde allí pensaban atacar las bases de los independentistas e invadir todo el actual territorio de Argentina, teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno centralista del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el general Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias, iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba a unos 15 000 habitantes.
Sin embargo, la situación de los patriotas independentistas en su frontera noroeste no estuvo asegurada hasta que en marzo de 1816 el general porteño José Rondeau aceptó firmar el Pacto de los Cerrillos con el caudillo salteño (Salta incluía a Jujuy y Tarija) Martín Miguel de Güemes. A partir de ese momento, las fuerzas de Güemes sostuvieron la lucha en el frente norte, liberando a los ejércitos del gobierno nacional para que, al mando del general José de San Martín, pudieran avanzar contra sus enemigos más allá de la Cordillera de los Andes hacia Chile y luego hasta Perú. Mientras tanto, el caudillo José Gervasio Artigas y sus aliados defendían el territorio de las incursiones portuguesas, pese a las actitudes ambiguas de los gobernantes porteños.
El Diario Ar