Balance
La «Scaloneta» cerró otro año haciendo historia
Un año que pasó «volando», que terminó como empezó, a puro festejo, pero que para 2024 llega acompañado de una incertidumbre que propició Lionel Scaloni al anunciar: «Estos jugadores van a necesitar un entrenador que tenga todas las energías posibles para seguir sumándoles cosas».
El seleccionado argentino cerró este 2023 con otro hecho para la historia, incomparable si se toma como referencia el inigualable título mundial de Qatar 2022 en diciembre del año pasado, y épico si se tiene en cuenta que se le quitó el hasta la noche del martes eterno invicto a Brasil por Eliminatorias Sudamericanas y que, además, se hizo en el mismísimo estadio Maracaná.
Un 1 a 0 apretado, con gol de Nicolás Otamendi, que pasó a la historia y será un mojón glorioso más en el derrotero exitoso de esta «Scaloneta» que así se recuperó de la derrota por 2 a 0 sufrida en cancha de Boca Juniors el jueves pasado frente a Uruguay.
Un revés ante el conjunto de Marcelo Bielsa que no dolió porque las dulces son tantas que una amarga en realidad no será tal, sino apenas una versión edulcorada de un traspié.
Es que tomando justamente la era (Lionel) Scaloni, el seleccionado argentino llegó al Mundial de Qatar con 36 partidos seguidos sin conocer la derrota, por lo que estaba a uno de igualar el récord de la Italia de Roberto Mancini, pero el debut con caída 2-1 ante Arabia Saudita le tronchó esa posibilidad.
Sin embargo, el camino de la imbatibilidad lo retornó inmediatamente con un triunfo por 2 a 0 sobre el México de otro ñulista como Gerardo Martino y con esa victoria se encadenaron 14 partidos consecutivos sin reveses, con título mundial incluido en el medio.
Los números decían antes de jugar ese cotejo con Uruguay que Argentina no había perdido en 50 de los últimos 51 partidos que venía jugando, hilvanando otra racha como para sembrar huella.
Pero cuando la prueba pasaba por ver hasta dónde había hecho mella esa caída ante los orientales en el orgullo de los futbolistas argentinos, estos demostraron que su espíritu ganador seguía intacto y fueron por todo ante un Brasil averiado por un importante mal de ausencias, entre ellas las de Neymar y Vinicius, nada menos.
Y aun con cierta «pesadez» en sus movimientos, tal como se había observado frente a los uruguayos, se propuso cerrar el año dando otro golpe para la historia y lo logró. Y a tal punto se estableció esa premisa que el propio capitán, Lionel Messi, quiso jugarlo pese «a ese aductor sentido, que solamente él pudo hacerlo resistir», según declaró Scaloni al término del encuentro.
Porque Messi aguantó hasta donde pudo y más, hasta que debió dejarle su lugar y la cinta de capitán a Ángel Di María para que se convirtiera en su escolta entre los jugadores que más veces vistieron la camiseta albiceleste en Eliminatorias Sudamericanas. «Lío» lleva 65 encuentros y «Fideo» lo sigue «de lejos», con 52.
Tan al frente del plantel está en esa nómina Messi como en las decisiones que se toman dentro y fuera del campo de juego, algo que se vio explicitado el martes a la noche con mayor nitidez que nunca, primero cuando guió a sus compañeros hacia la tribuna cabecera donde el grupo de hinchas argentinos era reprimido por la policía brasileña, y después cuando les ordenó directamente abandonar el campo de regreso a los vestuarios a modo de protesta.
Más tarde, cuando decidió el regreso tras recibir garantías de las autoridades de Conmebol y finalmente cuando junto a todo el grupo, titulares y suplentes, como en cada uno de los hechos anteriores, fue a saludar a esos mismos hinchas agredidos a los que habían ido a defender al comienzo, para celebrar la victoria en el epílogo.
Y entonces el «Muchachos…» y el «Brasil, decime que se siente…» volvió a resonar como un eco que se fue multiplicando en un Maracaná ya vacío, en el que apenas un puñado de argentinos, los de adentro y los de las tribunas, volvían a celebrar como en Qatar, para que las «saudade» no sean tan intensas, aunque entre aquel 18 de diciembre y este 21 de noviembre haya casi un año en el medio.
Un año que pasó «volando», que terminó como empezó, a puro festejo, pero que para 2024 llega acompañado de una incertidumbre impensada, esa que propició el propio Scaloni, el «padre de la «Scaloneta», al anunciar como alguna vez lo hizo Marcelo Bielsa después de una victoria sobre Perú, también por Eliminatorias, que se había quedado «sin energía para continuar».
Pero esto último será parte de otra historia, una que comenzará a tejerse de cara a la Copa América 2024, con amistosos de marzo en el medio, y que tendrá a muchos protagonistas e interlocutores participando de una saga que se abrió el martes a la noche, justo cuando se coronaba otro momento para celebrar.
Fuente Telam