Los cinco enigmas de la investigación del Caso Astudillo
La causa entró en una telaraña judicial en la que fiscales y querellantes reclaman el avance en la producción de pruebas en torno a una probable desaparición forzada de persona, en la que sospechan que estuvieron vinculados al menos cuatro policías bonaerense.
El caso por la muerte de Facundo Astudillo Castro, de la cual el viernes próximo se cumple un año, entró en una telaraña judicial en la que fiscales y querellantes reclaman -sin éxito- el avance en la producción de pruebas en torno a una probable desaparición forzada de persona en plena pandemia por el coronavirus, en la que sospechan que estuvieron vinculados al menos cuatro efectivos de la policía bonaerense.
En el medio de la pelea judicial, el dolor de una madre que piensa en su hijo en cada segundo, minutos y horas que pasó en soledad hasta su muerte: «Si pudiera decirle algo, le diría que lo sigo esperando, que lo espero en un sueño, en un abrazo, que sigo mirando por la ventana y lo sigo esperando», expresó a Télam Cristina Castro, la mamá de Facundo, en medio de un relato lleno de melancolía y dolor.
El voluminoso expediente que tiene a su cargo la cuestionada jueza federal 2 de Bahía Blanca, María Gabriela Marrón, tiene 33 cuerpos, más de 6.500 fojas con peritajes de todo tipo, declaraciones de testigos, informes de empresas de telecomunicaciones, informes de institutos oceánicos y estudios forenses.
El cuerpo de Facundo fue encontrado 107 días después de su desaparición.
Pero, de acuerdo a la fiscalía y a la querella, también tiene decenas de «cabos sueltos», repleta de cuestionamientos y al menos 5 enigmas nunca resueltos:
• El enigma de los celulares:
El 19 de febrero último, la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca hizo lugar a un pedido que realizaron los fiscales Iara Silvestre, Andrés Heim y Horacio Azzolín, que sistemáticamente era rechazado por la jueza Marrón: el secuestro de los teléfonos celulares de los cuatro policías mencionados en la causa como sospechosos, Alberto González, Gabriel Sosa, Siomara Flores y Jana Curruhinca.
Los cuatro policías entregaron a la Justicia sus celulares, pero llamativamente ninguno de ellos entregó el aparato que tenía al momento del hecho. «Todos entregaron teléfonos nuevos, distintos a los que tenían cuando ocurrió la desaparición de Facundo», dijo a Télam una fuente judicial, que además aseguró que los fiscales solicitaron allanamientos para intentar localizar los viejos celulares de cada uno de los policías, pero la jueza los rechazó.
• El enigma del DNI:
El 30 de abril del año pasado, Facundo fue demorado cuando caminaba por la ruta nacional 3 en dirección a Bahía Blanca por los efectivos Sosa y Curruhinca de la comisaría de Mayor Buratovich, quienes lo identificaron y con la utilización de un teléfono celular que nunca fue hallado le sacaron dos fotos: una a su documento de identidad y otra a él, vestido con su jean y campera, de espaldas y con una camioneta policial como decorado.
El 12 de septiembre, un pescador encontró la mochila de Facundo a unos 500 metros del lugar donde casi un mes antes había sido hallado el cadáver. Lo llamativo para los investigadores es que dentro de la mochila nunca fue encontrado su DNI, a pesar de que sí tenía su licencia de conducir, la tarjeta SUBE y sus dos teléfonos celulares.
Precisamente, los pesquisas determinaron luego que el DNI de Facundo fue utilizado por una persona que nunca pudo ser identificada para sacar tres líneas telefónicas.
El patrullero Toyota Etios había merodeado el pantanal donde fue hallado el cadáver de Facundo.
• El enigma de la mochila:
El contenido de la mochila que pertenecía a Facundo llamó poderosamente la atención de los fiscales y de la querella, porque dentro de ella fue encontrado el pantalón de jean y la gorra que llevaba puestos el joven y que quedó reflejado en la foto que le sacaron los mismos policías la tarde del 30 de abril.
«El jean estaba perfectamente doblado. La gorra intacta. Pero ¿por qué estaban en la mochila?», se preguntó una fuente con acceso al expediente, quien además agregó que «también había otra ropa que estaba quemada, aparentemente con algún tipo de ácido».
Esa ropa en mal estado está siendo sometida a una técnica especial a cargo del Cuerpo de Investigadores Judiciales (CIJ) del Ministerio Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero aún no se recibió el resultado del peritaje.
También se hallaban los dos teléfonos celulares que pertenecían a Facundo, sus auriculares y su cargador, pero nunca se encontró la campera ni el cuellito de polar que siempre llevaba puesto.
• El enigma de las redes sociales:
La policía Siomara Flores, quien reconoció haber llevado en su auto Chevrolet Corsa a Facundo desde Mayor Buratovich hasta Teniente Origone, admitió ante los investigadores que el 8 de mayo, es decir 8 días después de la desaparición del joven, dio de baja todas sus redes sociales y la aplicación de Whatsapp.
«Nunca dio una explicación del por qué había dado de baja todo, pero siempre resultó sospechoso», explicó uno de los pesquisas.
Ese mismo 8 de mayo, un móvil de la Unidad de Prevención de la Policía Local (UPPL) de Bahía Blanca (un Toyota Etios) permaneció durante 35 minutos detenido en proximidades del cangrejal donde tiempo después fue hallado el cadáver de Facundo. Este dato se conoció a raíz de un informe realizado por Asuntos Internos, muchos meses después del hallazgo de los restos óseos.
Además, los investigadores judiciales lograron determinar en base al análisis de uno de los teléfonos secuestrados en el marco de la causa que, al día siguiente de la desaparición de Facundo, sacaron una captura de pantalla del muro de Facebook de Cristina Castro, la madre del joven, cuando ni ella sabía en ese momento que su hijo estaba desaparecido.
Durante un procedimiento efectuado en el destacamento de Teniente Origone se encontró un amuleto de Facundo.
• El enigma de la turmalina:
Al igual que sus más íntimos amigos, Facundo llevaba como colgante una piedrita de «turmalina». Esa «turmalina» los identificaba, de hecho, la cervecería de Pedro Luro, donde vivía Facundo, se llama «Turmalina». Su colgante nunca apareció.
Sin embargo, los investigadores hallaron restos de piedritas similares a las que llevaba el joven, durante allanamientos ordenados en el marco de la causa.
En octubre del año pasado, los perros adiestrados aportados por la querella hallaron restos de la supuesta «turmalina» en el baúl del patrullero Toyota Etios, el mismo que había merodeado el pantanal donde fue hallado el cadáver de Facundo.
En febrero pasado, los mismos perros hallaron restos similares a la «turmalina» en un demoradísimo allanamiento realizado al Destacamento policial de Teniente Origone, donde la querella sospecha que estuvo detenido de manera ilegal Facundo.
Los fiscales a cargo de la investigación del caso aguardan el resultado de un peritaje «clave» que podría determinar si esos dos elementos secuestrados en los allanamientos son efectivamente «turmalina» y si es similar a la que llevan todos los amigos de Facundo.