Coronavirus: Francia anuncia un nuevo confinamiento
A partir del viernes y al menos hasta el 1 de diciembre.
El presidente Emmanuel Macron anunció que la meta consiste en “volver al confinamiento que detuvo el virus». Cerrarán bares y comercios. Guarderías, primarios y secundarios seguirán abiertos.
Desde París
La pandemia de Covid-19 terminó fijando sus tiempos y Francia regresa desde este viernes a una configuración muy cercana a la que había en el país durante los meses de abril y mayo de 2020: el presidente francés, Emmanuel Macron, durante un solemne discurso transmitido por televisión, anunció que la meta consiste en “volver al confinamiento que detuvo el virus a partir del viernes (…) al menos hasta el primero de diciembre”.
El país regresará así a estar confinado a escala nacional, aunque con algunas diferencias con respeto a la primavera europea. Hoy se habla de un confinamiento light, menos severo que el que imperó entre marzo y mayo de 2020. La situación es, sin embargo, más aguda porque la pandemia se amplificó ahora a todas las regiones, cosa que no ocurrió en marzo. ”La segunda ola será más dura y mortal que la primera”, dijo Macron antes de aclarar que se aplicará “un confinamiento adaptado”. A diferencia de lo que ocurrió antes, los colegios de primaria y secundaria permanecerán abiertos “con protocolos sanitarios reforzados”, lo mismo que las guarderías.
Como en marzo, para salir de los hogares, ir a trabajar, salir de compras o tomar aire será necesaria una declaración jurada. Sin embargo, aunque el presidente señaló que “la economía no debe detenerse ni hundirse”, los comercios deberán cerrar, así como los bares y restaurantes y los establecimientos que reciben público (menos farmacias y alimentación). El comercio es el sector que se verá más afectado en los próximos 15 días fijados por el presidente para realizar un primer balance de las medidas anunciadas ayer. Las reuniones privadas y las manifestaciones públicas quedan excluidas y no habrá tampoco desplazamientos entre las regiones. Sólo se tolerarán los viajes de retorno previstos para este fin de semana con el fin de las vacaciones de todos los santos. El trabajo proseguirá, pero mediante un recurso masivo al teletrabajo.
Ninguna de las disposiciones anteriores frenó el avance de una pandemia que los responsables sanitarios ya calificaron hace unos días como «fuera de control». Peor aún, el número dos del Ministerio de Salud, Jérôme Salomon, predijo que «la segunda ola podría ser peor que la primera». Ni las restricciones, luego el cierre de los bares y, al final, el toque de queda a partir de las 9 de la noche (46 millones de personas concernidas) levantaron un muro ante la circulación del virus. Los hospitales gestionan desde hace un par de semanas un flujo ascendente de enfermos. Hasta este miércoles, más de la mitad de las 5.800 camas reservadas a la reanimación ya estaban ocupadas, una cifra a la que no se había llegado desde el pasado mes de abril.
El mandatario francés advirtió que habría “9.000 pacientes en reanimación a mediados de noviembre”. Ello a equivale a que, dentro de menos de 15 días, la cifra de reanimaciones se multiplique por tres. A este respecto, Jérôme Salomon adelantó que la cantidad de enfermos en los servicios de reanimación “va a aumentar mecánicamente, cualquiera sean las medidas que se tomen”. Francia totaliza hoy 35.541 muertos, de los cuales 523 en las últimas 24 horas.
El país se preparó para el confinamiento antes de que el presidente francés lo anunciara oficialmente en la televisión a las 8 de la noche. Al final de la tarde, en París y sus alrededores, había más de 400 kilómetros de embotellamientos, lo que equivale a más del doble de un día normal. Entre la estampida, el toque de queda y el esperado anuncio presidencial la capital francesa volvió a ser un vacío atravesado por sombras desde las 7 de la tarde. A las 8 en punto resonó la Marsellesa en las pantallas de la televisión, apareció Macron y el país se quedó mudo. Si bien la segunda ola estaba en la agenda de lo muy posible, la rapidez con que se extendió y su volumen sorprendió a todos los epidemiólogos. El mandatario reconoció en su discurso que “el virus circula a una velocidad que ni siquiera las previsiones más pesimistas habían previsto”. ”Este virus es una porquería”, dice el profesor Yazdan Yazdanpanah, jefe del servicio de enfermedades infecciosas y tropicales en el hospital Bichat y también miembro del consejo científico que asesora a Emmanuel Macron (diario Libération).
El profesor agrega:” habíamos previsto que la epidemia se reactivaría fuertemente, pero su extensión, su importancia, su amplitud y su velocidad son bastantes inesperadas”. Esa rapidez está plasmada en las cifras: entre el 23 de septiembre, cuando se aplicaron las primeras medidas de restricción social post confinamiento, y ahora fallecieron 4.100 personas, o sea, dos veces más que en los tres meses anteriores acumulados. Desde que en octubre el Ejecutivo empezó a multiplicar las medidas en las regiones más contaminadas el ritmo de las infecciones no ha dejado de aumentar. Según la Salud Pública francesa ese ritmo creció en un 45% por semana entre el 15 y el 22 de octubre. ” Todas las regiones están en alerta”, advirtió el jefe del Estado, quien también aclaró: “Si no frenamos brutalmente hoy las contaminaciones los médicos deberán elegir entre un paciente Covid y un accidente de la ruta”. El principal objetivo presidencial es “pasar de 40 mil contagios por día a 5.000”. Macron expuso lo que muchos especialistas vienen diciendo desde hace meses y meses. Nadie está verdaderamente a salvo: la “Covid-19 toca de forma grave a todas las generaciones. Contagiarse con el virus nunca es anodino, incluso cuando se tienen 20 años «.
El día sin fin está acá, la pandemia sin fin, el encierro sin fin. Macron dijo que si no se actuaba ahora de aquí a dentro de algunos meses “habrá que deplorar 400 mil muertos suplementarios”. Una lluvia de aplausos dedicados a los mozos de bares y restaurantes cubrió anoche las protestas y las expresiones resignadas de los parisinos que despedían la temprana noche pocos minutos antes de que entrara en vigor el toque de queda. Las persianas caían con los aplausos y las veredas se iban quedando desiertas. Resignación, rabia y también miedo porque, como gritaba un señor que andaba sólo por la Rue de Rivoli, »no se quejen, jodidos, que el virus está entre todos, en cada rincón del planeta ». La covid-19 ha esquivado todos los diques. París regresa a una era muy cercana, pero que todas y todos confiaban en que era sólo pasajera.