El plan de Boris Johnson para frenar el coronavirus entró en crisis
Crece el número de contagios y de muertos en el Reino Unido.
La oposición laborista le reclama un virtual confinamiento nacional de dos o tres semanas ante el avance de la pandemia. El sistema de testeo y rastreo tampoco fue eficaz.
Desde Londres
Con una cuadruplicación de contagios y un número de muertes que no se veía desde junio, el plan de Boris Johnson anunciado el lunes para combatir la pandemia a nivel local entró en crisis. En la Cámara de los Comunes el líder del Laborismo Keir Starmer acusó al primer ministro de “oportunismo” y presentó su propia alternativa, un virtual confinamiento nacional de dos o tres semanas, basado en la evaluación del equipo científico asesor del gobierno, el SAGE. “El 11 de mayo el primer ministro dijo que basaría su intervención en la ciencia. El 21 de septiembre el equipo asesor de científicos del gobierno recomendó la interrupción del circuito de interacción social en todo el país para prevenir un crecimiento exponencial. ¿Por qué el gobierno no siguió esta evaluación científica?”, dijo Starmer.
La alianza informal de líderes del norte del país, que se oponen al plan de Johnson, apoyaron esta propuesta que Starmer formuló por primera vez el martes por la noche. “Es un sistema mucho más efectivo si viene con apoyo financiero para lidiar con el impacto económico-social y para que podamos hacer nuestro sistema local de testeo y rastreo”, dijo el alcalde de Manchester, Andy Burnham, portavoz del grupo.
La evaluación de SAGE del 21 de septiembre se filtró el lunes por la noche a horas de que Johnson anunciara su nuevo plan. El miércoles varios asesores científicos volvieron a manifestarse a favor de este sistema de “circuit breaker”. En declaraciones al Financial Times un miembro de SAGE, Graham Medley, anticipó un «paper» de tres científicos asesores que calcula que la aplicación de este sistema entre el 24 de octubre y el 7 de noviembre podría salvar decenas de miles de vidas. En caso contrario, a principios de noviembre habría 400 muertes diarias.
Estas proyecciones están lejos del pico de muertes de 1150 alcanzado el 9 de abril, pero también se encuentra a una distancia abismal de los 5 fallecidos del 21 de septiembre justo el día en que los científicos del SAGE le advertía al gobierno que se necesitaba un cambio radical de dirección. Este martes, unas tres semanas más tarde, los muertos ascendieron a 143. Según Graham Medley las cifras podrían dispararse a decenas de miles en enero si no hay una intervención más contundente a nivel gubernamental.
¿Qué es el Circuit Breaker?
A diferencia de la propuesta de los tres niveles de alerta de Johnson que tiene restricciones específicas para la interacción a nivel local de acuerdo al número de casos de cada zona, el “circuit breaker” es un confinamiento nacional que solo autorizaría el trabajo esencial, el transporte público y las escuelas.
En el caso de la actividad escolar tanto el líder laborista como los científicos del SAGE se valen de una astucia para evitar la idea de un cierre. En el Reino Unido el calendario escolar incluye en cada trimestre una pausa de la actividad escolar de una semana conocida como “half term”. El truco es que coincidan las dos o tres semanas de “circuit breaker” con el “half term”.
El vertiginoso ascenso del número de casos y muertes no es el único factor en juego. El sistema que propone Johnson es un reforzamiento del primer esquema de confinamiento zonal que se puso en marcha el mes pasado. El problema de este tipo de confinamiento es que en 19 de las 20 zonas el número de contagios creció. El Reino Unido es una isla pequeña con una interacción muy fuerte entre pueblos y ciudades a escasos kilómetros uno del otro. El cierre de pubs en una zona de riesgo muy alto puede estar a 10 minutos de coche de otra localidad de nivel medio con la mayoría de la actividad social abierta.
A esto se le suma que el sistema de testeo y rastreo – “a world beating system”, según Johnson – hace agua. En septiembre el gobierno anunció que para fin de año el sistema permitiría hacer tests diarios de toda la población gracias a la llamada “Operation Moonshot”. En el informe de SAGE el veredicto es que el sistema que el gobierno lanzó en abril y volvió a relanzar varias veces desde entonces ha tenido un efecto “marginal” en la lucha contra el coronavirus. Los contratos a compañías privadas sin experiencia, pero con contactos en el gobierno, es uno de los problemas. Otro es el centralismo gubernamental: el sistema de rastreo y testeo de Manchester, por ejemplo, se maneja desde Londres. El localismo de Johnson es más retórico que real.
El frente interno
A la estrategia de Johnson se le abrió un adicional flanco débil en su propia retaguardia. En la Cámara de los Comunes el martes, 42 diputados conservadores, que quieren terminar con todas las restricciones y volver a la política de “inmunidad de manada”, votaron en contra del proyecto que igual se convirtió en ley gracias a la abrumadora mayoría parlamentaria que obtuvo el primer ministro en las elecciones del 10 de diciembre.
A pesar de esta mayoría, Johnson tuvo que presentarse el martes por la noche ante el Comité 1922 que agrupa a todos los diputados de la bancada conservadora que no ocupan cargos en el gobierno, frente al descontento reinante en las propias filas con la política gubernamental. La reunión, que debía calmar las aguas, las agitó.
En el «meeting», Johnson, aficionado a las bromas, no pudo dejar de hacer una sobre la llamada “rule of six”, columna vertebral de su plan. La “rule of six” prohíbe reuniones de más de seis personas en los niveles de alerta media y alta. A Johnson no se le ocurrió nada mejor que sugerir que uno de los beneficios de esta regla era que suministraba la excusa perfecta “para no invitar a los suegros a la celebración navideña”.
El comentario fue filtrado a Bloomberg por diputados descontentos y adornó todos los titulares del miércoles. “Boris jokes while Covid cases soar”, tituló el Metro (Boris hace bromas mientras aumentan los casos de Covid). En Twitter una usuaria, Hillary Marchant, resumió la crasa insensibilidad de esta broma en un país que tiene entre 44 mil y 60 mil muertos por la covid (las cifras varían con la metodología que se usa). “Me encantaría ver a mi suegra esta navidad. Pero lamentablemente no podré jamás volver a hacerlo porque murió de Covid”, twiteó Marchant.