Alberto Fernández reunió a los mayores líderes empresarios en Olivos
Gestos de acercamiento hacia los más poderosos
Concurrieron como dueños de empresas, no como entidades. El gobierno busca alianzas con los peso pesados de la industria ante la emergencia y pensando en la salida.
Alberto Fernández convocó ayer en Olivos a los representantes de nueve de las firmas más poderosas de la agroindustrial local, para compartir el análisis de la situación del país frente a la pandemia y la visión sobre los caminos que quedarán abiertos para tratar de sacar la economía adelante una vez que ésta quede atrás. Podría interpretarse como un enunciado meramente formal, pero no lo es teniendo en cuenta la elección que se hizo de los invitados, los que fueron convocados además a mantener un vínculo abierto y permanente con la primera línea del gobierno nacional. En la estrategia de las autoridades nacionales, la complicada situación que plantea la crisis múltiple que atraviesa el país obliga a tejer alianzas y construir relaciones de confianza con los representantes del poder económico, con los que además se aspira a compartir algunas políticas de salida de la emergencia.
La convocatoria fue dirigida a empresarios que son cabeza de grandes empresas y no a las cámaras o asociaciones que los agrupa. Miguel Acevedo participó no como titular de la UIA sino por su pertenencia a Aceitera General Deheza, AGD, uno de los referentes en el procesamiento de cereales y oleaginosas para el mercado interno y la exportación. La cadena agroexportadora se completó con la participación de Mariano Bosch, por Adecoagro, holding que explota importantes extensiones agrarias y complementa con participaciones accionarias en la industria de la alimentación. Por este último rubro, también estuvieron sentados a la mesa del presidente de la Nación, el titular de Molinos Río de la Plata, Luis Pérez Companc, y muy cerca de él el dueño y titular de Arcor, Luis Pagani.
La representación empresaria se completó con la participación de Javier Madanes Quintanilla (Aluar), Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Daniel Herrero (Toyota), Sergio Kaufman ( Accenture) y Roberto Murchison (Grupo Murchison). Las dos últimas, empresas con fuerte desarrollo en servicios de tecnología y logística para otras firmas. No estuvo Paolo Rocca, el emblemático líder del grupo Techint, que había sido invitado pero se excusó de concurrir porque estaba comprometido a esa misma hora con una teleconferencia global del grupo Tenaris, que lógicamente debía presidir. Una señal significativa es que ninguna silla de los invitados fue ocupada por «segundas figuras» de los grupos representados.
Hubo inquietudes planteadas de ambas partes. Del lado del gobierno, Alberto Fernández (acompañado por sus ministros Martín Guzmán, Matías Kulfas y Eduardo De Pedro, junto a los integrantes del área de Presidencia Gustavo Béliz, Julio Vitobello y Juan Manuel Olmos) reflejó la preocupación oficial por la situación social, la preservación del empleo y la capacidad de reacción que pueda tener la economía para recuperarse cuando pase la pandemia. Además, expresó su confianza en arribar a un acuerdo para la reestructuración de la deuda aunque admitió la dureza de las negociaciones.
Del lado empresario, los interrogantes fueron múltiples. Hubo varias referencias a la política cambiaria y a las restricciones para la adquisición de divisas. Los representantes de las principales corporaciones industriales recurrieron una vez más al remanido argumento de que las «trabas» cambiarias generaban «desconfianza» y hasta complican la actividad por obstaculizar la compra de insumos. Hubo una explicación de Martín Guzman acerca de la situación de escasez de divisas y la necesidad de administrar su uso, a lo cual se agregó una suerte de «chicana» de Alberto Fernández sugiriéndole a los líderes empresarios que harían muy bien en sugerirle a sus gerentes financieros que trajeran al país los dólares que tienen sus empresas en el exterior. Tras la broma (fue sólo eso), el jefe de gobierno prometió que las medidas serían «transitorias» en tanto se pueda resolver satisfactoriamente la negociación por la deuda, y que se revisarían las medidas que pudieran trabar las importaciones.
Los directivos empresarios dejaron Olivos de buen ánimo. Calificaron de cordial el encuentro y sienten que quedó una puerta abierta para seguir conversando. Desde las filas oficiales fueron más cautos para expresar su sensación, tras este primer paso para buscar un acercamiento con quienes se considera con mayor capacidad de fuego para relanzar la economía tras la pandemia.
Por afuera de los dos sectores que compartieron la mesa ayer en Olivos, hay otros sectores de la producción y el comercio con ven con cierta desconfianza estos encuentros, el empresariado pequeño y mediano, con inquietudes y necesidades muy diferentes a las de los invitados este miércoles a la mesa del Presidente.