Murió Fernando De la Rúa, el último presidente radical
Fernando de la Rúa murió a los 81 años de edad en la Clínica Fleming, donde había sido internado por un agravamiento de sus dolencias coronarias y renales, de las que se estaba tratando hacía varios meses.
Fue un político tradicional en el sentido más estricto de la palabra. No sólo por ser un conservador hecho y derecho, sino también porque escaló todos los peldaños de la vida pública argentina hasta llegar a la primera magistratura. Nacido en Córdoba en 1937, se graduó de abogado e inició su carrera en Buenos Aires, ya afiliado a la Unión Cívica Radical.
Los inicios políticos de «Chupete»
La actuación política de De la Rúa comenzó en tiempos de Aturo Illia, cuando formó parte del grupo de asesores del ministro del Interior, Juan Palmero, uno de los integrantes del núcleo duro del antiperonismo en las filas radicales. El golpe del 66 cortó su carrera política y reapareció en la escena en marzo de 1973, cuando la UCR lo ungió candidato a senador nacional por la ciudad de Buenos Aires. Tenía 36 años. Enfrente competía el nacionalista católico Marcelo Sánchez Sorondo, un candidato a contramano de los bríos juveniles que acompañaban al peronismo. Héctor Cámpora llegó a la Casa Rosada y terminó la proscripción del peronismo. En plena oleada justicialista, y en vísperas del regreso de Perón, el radicalismo ostentó como gran victoria la senaduría del joven abogado, apodado desde entonces “Chupete”, por su juventud.
Poco después, Ricardo Balbín eligió a la joven estrella del firmamento radical para que fuera su compañero de fórmula en las presidenciales que colocaron a Perón por tercera vez en la Rosada. La fórmula Balbín-De la Rúa logró el 25 por ciento, muy por detrás del aplastante 62 por ciento del binomio Perón-Perón.
De la Rúa entre el golpe del ’76 y el regreso de la democracia
El golpe de 1976 cerró la etapa de De la Rúa como senador. Se dedicó a la actividad privada, como abogado, y reapareció en 1983, con la apertura democrática. El huracán alfonsinista destrozó su sueño presidencial en la interna y se conformó con volver al Senado. Acaparó portadas de diarios y revistas y entrevistas radiales y televisivas con un proyecto que establecía penas para hechos de violencia en espectáculos deportivos. La llamada Ley De la Rúa (en rigor, una iniciativa del senador Antonio Nápoli) no se plasmó en mejoras de seguridad en pleno auge de las barras bravas en los 80.
En 1989, De la Rúa optó por su reelección en la Cámara alta. Funcionaba el Colegio Electoral y su triunfo en las urnas no fue lo suficientemente holgado como para acceder directamente. Los electores del peronismo y la UCeDé se aliaron, y el candidato justicialista, Eduardo Vaca, llegó al Senado. Dos años más tarde, De la Rúa regresó al Congreso como diputado nacional y asumió la jefatura de la bancada radical.
En junio del 92 compitió para el Senado contra Avelino Porto, el candidato del menemismo. Fue la primera derrota importante del entonces presidente, Carlos Menem, que la minimizó diciendo que aquel día el peronismo había ganado las elecciones en la localidad jujeña de Perico. De la Rúa quedó posicionado como precandidato presidencial de su partido para las elecciones siguientes.
Pero la UCR fue derrotada en las legislativas del 93. De la Rúa apadrinó una lista encabezada por la escritora Martha Mercader. Sin embargo, de forma imprevista, ganó la boleta del PJ liderada por Antonio Ermán González. Pocas semanas más tarde, Raúl Alfonsín recuperó el control del partido y pactó la reforma de la Constitución con Menem. De la Rúa prefirió quedar al margen y concentró sus esfuerzos en un punto de la nueva Carta Magna: la autonomía porteña.
El primer jefe de Gobierno porteño
Ante la posibilidad cierta de que los porteños tuvieran su autogobierno, De la Rúa salió a recorrer la Ciudad y tuvo una interna con el ex intendente Facundo Suárez Lastra. Pasaría más de un año hasta el 30 de junio de 1996, cuando con Enrique Olivera como compañero de fórmula venció al frepasista Norberto La Porta, al peronista Jorge Domínguez y al ex ministro Gustavo Béliz, que fue por fuera de la estructura partidaria.
El 6 de agosto de 1996, De la Rúa se convirtió en el primer jefe de Gobierno. Un año más tarde fue parte de la mesa chica que conformó la Alianza con el Frepaso. El triunfo del 97 lo posicionó como cabeza del radicalismo y precandidato a la presidencia. En noviembre de 1998 venció a Graciela Fernández Meijide en la interna y dos días después anunció que Carlos «Chacho» Álvarez sería su compañero de fórmula.
De la Rúa en la Casa Rosada
“Dicen que soy aburrido”, decía De la Rúa en el spot más recordado de la campaña del 99. La fórmula de la Alianza obtuvo el 48 por ciento de los votos, frente al 38 de Eduardo Duhalde-Palito Ortega. Habían ganado en primera vuelta. De la Rúa se convertía en el tercer presidente del ciclo democrático abierto en 1983.
El 10 de diciembre de 1999 comenzó la que sería una de las presidencias más traumáticas de la historia argentina moderna. De la Rúa implementó un impuestazo sobre las capas medias (el grueso de sus votantes) para paliar un déficit fiscal que superaba los 10 mil millones de dólares. El objetivo era sostener la convertibilidad a cualquier precio. La economía heredada del menemismo ya estaba en recesión desde 1998 y la Alianza profundizó los indicadores negativos, con un desempleo que no bajó de los dos dígitos.
En agosto de 2000 estalló el escándalo de las coimas en el Senado para aprobar la ley de flexibilización laboral exigida por el FMI. Chacho Alvarez dio el portazo el 6 de octubre, dando por sentado que las coimas existieron y que el Gobierno del que formaba parte no facilitaba la investigación. La economía no daba tregua y a fines del 2000 llegó el Blindaje, un crédito de 40 mil millones de dólares para un país cuyo presupuesto ya estipulaba que el 20 por ciento del PBI iba destinado al pago de la deuda externa. “El 2001 será un gran año”, anunció De la Rúa por cadena. Lo peor estaba por venir.
2001, el año del estallido
En marzo de 2001 se agotó la gestión de José Luis Machinea como ministro de Economía. De la Rúa optó por el titular de Defensa, el también economista y ultraortodoxo Ricardo López Murphy. El brutal ajuste propuesto, sin tocar la convertibilidad que tambaleaba, redujo la inversión pública y se centró en las universidades. El rechazo a los recortes eyectó a López Murphy del ministerio en apenas 15 días. Su reemplazante sería el hombre a quien De la Rúa iba a atar su destino como presidente.
Domingo Cavallo llegó con el mandato de desarmar la bomba de tiempo generada por él mismo en 1991. Comenzó una comedia de enredos para tratar de evitar la devaluación, con propuestas como el déficit cero y una eventual canasta de monedas. En las legislativas de 2001 se impuso el voto bronca. Amplias franjas de la población impugnaron su voto o sufragaron en blanco. Fue una derrota muy dura y posicionó al PJ que, en ausencia del vicepresidente por la renuncia de Alvarez, desbancó al radical Mario Losada de la presidencia provisional del Senado y colocó en su lugar al misionero Ramón Puerta.
Un De la Rúa cada vez más encerrado en su círculo íntimo (el llamado “Grupo Sushi”, que incluía a sus hijos Antonio y Fernando, Darío Lopérfido y a Hernán Lombardi, entre ortros), apostó al manotazo de ahogado final: el corralito. Era el 1º de diciembre de 2001. El plan original era que durara hasta el 28 de febrero de 2002. Es decir: durante 90 días, que incluían las fiestas de fin de año y los meses de verano, que los argentinos debían atravesar con 250 pesos por semana. La bronca fue in crescendo y los hechos de violencia del 19 de diciembre lo decidieron a declarar el Estado de sitio. Los cacerolazosfueron la respuesta a un presidente cuya autoridad se diluía minuto a minuto. Esa misma madrugada cayó Cavallo. La suerte estaba echada.
El 20 de diciembre, la represión ensangrentó Plaza de Mayo y buena parte del país. De la Rúa trató de llegar a algún acuerdo con el peronismo pero ya era tarde porque la represión se había cobrado más de treinta vidas. Al no encontrar interlocutores, optó por la renuncia. A las siete de la tarde dejó la Casa Rosada en helicóptero, la imagen más recordada de sus 740 días como presidente. Así terminó la última presidencia encabezada hasta la fecha por un radical.
Después del helicóptero
Desde entonces, De la Rúa se alejó de la vida pública. La denuncia del arrepentido Mario Pontaquarto sobre las coimas en el Senado demolió más su imagen. Su secretario de Seguridad Enrique Mathov y el jefe de la Policía Federal, Rubén Santos, fueron procesados por las muertes de diciembre de 2001.
Buena parte del elenco delarruista se recicló en Cambiemos: Hernán Lombardi, Patricia Bullrich, Darío Lopérfido, Gerardo Morales y otros dirigentes reaparecieron con Mauricio Macri. Bullrich, la actual ministra de Seguridad, que como ministra de Trabajo de la primera Alianza redujo las jubilaciones y los salarios públicos un 13 por ciento, fue una de las pocas dirigentes que siempre reivindicó aquel estertor de la Argentina neoliberal nacida del Golpe del 76.