Matanza de migrantes y refugiados en Libia
Más de 40 migrantes y refugiados murieron en un bombardeo contra un centro de detención en Libia. Aunque el ataque fue atribuido a las fuerzas del mariscal rebelde y caudillo del este del país, Jalifa Haftar, su portavoz lo desmintió. La ONU afirmó que el hecho podría constituir un crimen de guerra.
Un bombardeo aéreo la noche del martes dejó un agujero de unos tres metros de diámetro en uno de los hangares del centro de detención situado en Tajura, en las afueras al este de Trípoli, la capital libia. El complejo penitenciario tenía hacinados bajo su techo a alrededor de 600 migrantes, en su mayoría eritreos y sudaneses, y dos de sus cinco hangares fueron alcanzados por las bombas. Según informó el responsable del centro, Nureddin al Grifi, unos 120 migrantes se encontraban en el hangar nº3 que fue alcanzado de lleno. Tras la tragedia, sin embargo, las autoridades no evacuaron el centro de Tajura y ayer aún se encontraban allí cientos de personas.
La mayoría de los que se encontraban en el centro de detención habían sido apresados en el mar por la Guardia Costera libia, que está financiada y entrenada por la Unión Europea (UE) para evitar que crucen el Mediterráneo en busca de vidas mejores en territorio europeo. La ONG Médicos sin Fronteras (MSF) volvió a denunciar las políticas restrictivas de bloqueo de migrantes de la UE, que, afirman, son responsables de situación actual y que han convertido Libia, un estado fallido víctima del caos y la guerra civil, en una enorme prisión. «Por cada persona evacuada o reasentada desde Libia en 2019, más de dos han sido devueltas por la fuerza a Libia por la Guardia Costera, a la que la UE apoya», señaló explicó Prince Alfani, coordinador médico de MSF en Libia. «Lo que es necesario ahora no es una inocua condena de estos hechos, sino la evacuación urgente e inmediata fuera de Libia de todos los refugiados y migrantes recluidos en los centros de detención», afirmó.
El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), con sede en Trípoli, atribuyó el ataque a las fuerzas rivales de Jalifa Haftar, el caudillo del este del país, que llevan a cabo una ofensiva para apoderarse de la capital, en un país hundido en el caos desde 2011. Es que en Tajura están localizados varios sitios militares controlados por el gobierno y es regularmente blanco de ataques aéreos de las fuerzas de Haftar. Pero el portavoz de las fuerzas del caudillo rebelde, Ahmad al Mesmari, desmintió toda implicación en el ataque, y acusó al GNA de fomentar un complot para responsabilizarlos de la masacre.
“El ataque podría claramente constituir un crimen de guerra», dijo ayer el enviado de la ONU en Libia, Ghassan Salamé. El jefe de la ONU Antonio Guterres pidió, por su parte, una investigación independiente y reiteró su llamado a un alto el fuego inmediato en Libia. En tanto, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, advirtió en Twitter: “Los migrantes y refugiados NO tienen que estar detenidos, los civiles NO tienen que ser objetivos, Libia NO es un lugar seguro para devolver a los migrantes”.
Sin embargo, la responsabilidad de Acnur también pesa sobre el acontecimiento. «Si están muertos es por culpa de ACNUR, que no cesa de prometernos que nos sacarán de aquí», afirmó Abdelaziz, un refugiado sudanés. «Estoy registrado como refugiado por ACNUR. Estoy aquí desde hace tres años esperando que me encuentren un país de acogida», agregó.
Libia se convirtió en un importante punto de cruce hacia Europa para los migrantes a pesar del caos que siguió al derrocamiento del ex líder Muammar Kaddafi por una rebelión de grupos mayormente islamistas apoyada por una intervención de la ONU. Las milicias proliferaron y se adueñaron de ciudades enteras del país petrolero.
Hoy, al menos 6.000 migrantes de Eritrea, Etiopía, Somalia, Sudán, y otras naciones, que huyeron de los conflictos en sus países, están encerrados en distintos centros de detención libios manejados por milicias acusadas de torturas.